Aquí veremos a estos maestros del deleite gastronómico, a estos malabaristas de los sabores, en plena acción. No los juzguen apresuradamente, detrás de esas caras soporíferas hay pasiones desatadas, potenciales ideas que se plasman en platos de trazos perfectos.
Uno es tan bueno como lo mejor que haya hecho en su vida. Llegará el día en que alguno de estos cocineros nos puedan decir, no sin un íntimo orgullo: ¡En este plato me he descubierto a mi mismo!.
Pero para ese momento falta mucho, muchísimo.
Manos trabajando
Presionar el botón rojo para disparar el cañon
Algunos se preguntarán ¿Dónde están las fotos del entrante y el segundo plato?
Posible respuesta: El fotógrafo es un glotón compulsivo y en su gula desenfrenada se olvido de la cámara (o se la comió, quien sabe).
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